viernes, 19 de febrero de 2010

Hoy es mi primer día para saber quiénes serán mis compañeros, esos individuos que quizás igual que aparecieron de repente también puedan desaparecer tan rápidamente.¿ O quién sabrá si pudieran ser pequeños trocitos de mi vida para recordar con anhelo y cariño? Triste pensamiento que continuamente pienso; a veces llego a la conclusión de que cada uno vamos creciendo y avanzando de diferentes formas y lo peor es que creo que sólo es para consolarme.

Dejando reflexiones aparte sigo con mi nuevo día tan esperado durante los tres meses de vacaciones de verano. ..
Voy en autobús, en ese vehículo que encuentras conocimientos de diferentes tipos, personas de todos los colores y a través de esas ventanillas descubrir un mundo de fantasía creada según el primer pie que apoyara en cuanto me levantara.

Llego a ese edificio de ladrillos, con algunas pintadas en la fachada y jóvenes hablando entusiasmados y eufóricos de sus días de ocio en la playa, en fiestas, con la familia…

Abro la puerta, ¡y vaya! Mala suerte que llego tarde y eso que mi madre continuamente me reprocha el que llegar tarde no es buena señal para comenzar, ni avanzar.

Me siento con una chica morena, de pelo largo, que la conocí minutos antes por una conocida de una amiga. Miro al frente y resulta que mi nuevo profesor es un hombrecillo entrañable, barba blanca y gafas. Habla sobre lo que haremos en el curso, ese curso que según expresa Emilio, que así es como se llama, puede ser algo maravilloso en donde podemos aprender diferente maneras de expresarnos y ver las cosas mas allá de lo que normalmente vemos en esas imágenes que se nos muestran diariamente.

Salí de allí, recuerdo el momento, y me doy cuenta de que al final en mis compañeros poco me fijé, sólo en la niña que se sentó conmigo y en otra muy sonriente y una bajita con pintas que quizás no esté muy acostumbrada a ver en el pueblo.
---------------------------------------------------------------------------

Dos años más tarde, me di cuenta que supe captar algo de lo que ese preciado y buen profesor quiso decir ese día. Pero quizás no fue lo más importante. Lo importante en ese par de años fueron las dos chicas en las que desde un principio me fijé, las cuales me enseñaron a sonreír mostrándome las bonitas cosas que quizás antes no me daba cuenta. Saber respetar cosas que antes no concebía, el saber compartir y ponerme en lugar de los otros.
Con esto no quiero decir que antes no tuviera buena intención en las cosas que hacía o que miraba. Simplemente fueron dos años en lo que obtuve buenos consejos para seguir mirando los nuevos días de color.

Seguidores